viernes, 23 de marzo de 2012

LOS APEGOS (PERSONAS)


El desapego no es una condición negativa, sino una condición vigilante, positiva, que nos libera de algo que impide que avancemos como personas, miedo a la  libertad. Tenemos apego cuando tenemos miedo de la libertad, cuando nos sentimos inseguros,  cuando perdemos el poder interior. Tenemos apego cuando nos volvemos dependientes de una persona, de un evento, de una circunstancia; inclusive de la religión como una muleta exterior, no como un punto de apoyo interior.

El apoyo nos hace perder el poder, porque nos hace perder el punto de apoyo interior y este es autonomía. La autonomía es la condición del alma, del contacto de la personalidad con el alma. Solamente cuando seamos autónomos, nos aceptemos, nos reconozcamos, tengamos autonomía interior y seamos nosotros mismos.

El apego negativo lo llamamos rechazo o aversión. Estamos apegados a un sentimiento que volvemos resentimiento. Y el Debemos aprender a amar pero  teniendo presente en las libertades, no podemos  girar nuestras vidas a una perosna cosa sentimiento etc.

resentimiento como una forma de aversión es el peor de los apegos. El apego no solo es la dependencia de otro, el apego siempre es la dependencia de un sentimiento. Los apegos se dan en el campo emocional o en el campo astral; que es el campo de los sentimientos.

En ambos casos nos separamos; porque no hay peor separación, que la de la proximidad física, cuando no hay libertad.

Puede que estemos muy juntos y muy cerca. Puede que nos besemos, puede que nos abracemos, puede que ocupemos el mismo techo, pero si la relación se basa en el apego, estamos profundamente separados en nuestra esencia. Mientras más cerca estén nuestros cuerpos y nuestras personalidades; si hay apego, más lejanas están nuestras almas.

El no tener apego, no significa que no queremos, al contrario dejamos desahogo, dejamos libertad y obtenemos libertad, mientras más cerca estemos, más prisioneros somos el uno del otro, si la relación es de apego. Una relación es de apego si produce sufrimiento; no hay sufrimiento, sin apego. La condición del sufrimiento es el apego. Tú puedes irte o puedes quedarte; pero si yo sufro es porque estoy apegado y si estoy apegado a ti es porque estoy inseguro de mí, porque necesito un punto de apoyo exterior. Si estoy apegado a ti, es porque estoy inseguro de mí. Si yo estoy apegado a ti estoy violando tu libertad, si tú estas apegado a mí, entonces también estas violando mi libertad.

Si tenemos apego por nuestros hijos, no lo dejaremos avanzar, sufriremos el dia que quieran  partir, le coartamos su desarrollo, debemos estar seguros que ellos siempre estaran alli. Aquellas cosas a las que yo me apego son esas inseguridades y vacíos interiores que tengo. 

De manera que te estoy utilizando en la relación como un instrumento para compensar mis carencias. La relación no es un instrumento para compensar carencias, sino es un instrumento de liberación.

Si yo te necesito a ti para llenar mis vacíos, pobre de ti y de mí, porque te voy a atrapar en la prisión de mi vacío. Si tú me necesitas solo para compensar tus vacíos en la relación, no me vas a dar más que tu carencia, tu sombra y tu pobreza. No me vas a regalar lo mejor de ti mismo que es tu riqueza y todas aquellas cosas que ya has afirmado, aquello que traes para regalarle al mundo desde tu propio corazón.

Aprendamos a comer solos, a disfrutar de la vida, esta bien que  acompañados, pero tambien individualemente, dejemosle libertad al otro y asi nos liberamos nosotros.


cuento de Reflexión.

Se cuenta que en el siglo pasado, un turista americano fue a la ciudad de El Cairo, Egipto, con la finalidad de visitar a un famoso sabio, el turista se sorprendió al ver que el sabio vivía en un cuarto muy simple y lleno de libros. Las únicas piezas de mobiliario eran una cama, una mesa y un banco.
  • ¿Dónde están sus muebles? – preguntó el turista.
Y el sabio, rápidamente, también preguntó:
  • ¿Y dónde están los suyos…? -
  • ¿Los míos? – se sorprendió el turista -¡Pero si yo estoy aquí solamente de paso! -
Yo también… – concluyó el sabio.



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