Quizás uno de los dolores más incomprendidos por la sociedad es el que nos produce la muerte de un compañero animal. Normalmente no se nos da el apoyo, la comprensión o el espacio para procesar este duelo, para sanar la pérdida de quien en vida hubiera sido, quizás, nuestra única fuente de amor incondicional.
Sí: el perro, gato, que nos acompañaba en aparente silencio es para mucha gente la única fuente de un amor que no pide nada a cambio, de un compañero que nos conoce y no nos juzga. Por ello. cuando se van el vacío es tan importante… a veces más fuerte y doloroso que cuando se va otro miembro de nuestra misma especie.
Los animales son en muchos sentidos parecidos a los humanos. Sienten, piensan, imaginan, desean, gozan, sufren, tienen su carácter personal, dones, virtudes y limitaciones individuales, etc. Igual que nosotros, son una mezcla de cuerpo físico y espíritu. De hecho, la palabra ANIMAL viene de ánima (latín), que significa principio de vida, aire-suspiro, alma. Y al igual que nosotros cuando fallecen, su esencia asciende a planos sutiles de existencia.
he encontrado este escrito y en estos momentos me pareció importante para mi plasmarlo aquí en mi blog, ya que me ayuda en parte a llevar este dolor que siento por la perdida de mi gata la cual se fue producto de un arrollamiento. Este es un escrito de una persona que da charlas sobre estos temas, aquí va:
"Para mí contactar con un animal telepáticamente mientras está en su cuerpo físico o cuando ya ha trascendido es una experiencia muy similar. Ese Ser sigue estando ahí, consciente de sí mismo, pero está ahora en un espacio sutil nuevo y con su viaje ha ganado un nuevo aprendizaje. De hecho, muchas veces recuperan una conciencia más amplia del sentido de su vida en la Tierra y del sentido de su existencia como alma una vez que han trascendido."
¿Cómo es para los animales la muerte?
En mi experiencia, para los animales la muerte es un proceso natural. Si bien pueden reaccionar de formas distintas según su historia, conciencia y características particulares, trascender no les implica el sufrimiento emocional, resistencia a dejar su cuerpo, dudas a lo desconocido, miedo al infierno ni otras ideas y miedos como puede serlo para los humanos.
Hay elementos de apego a su familia o a su cuerpo, pero están mucho más listos que nosotros a desprenderse de todo ello. Esto es así en gran medida porque los animales no pierden la conexión con su esencia a lo largo de su vida. Tienen muchas cualidades y, entre otras, viven en el presente. Ellos sí saben quiénes son y tienen muy pocas preguntas pues no se pierden en conceptos y todo esto se refleja en el proceso de su muerte.
Sin embargo, sí puede haber dolor, apego o sufrimiento, especialmente si sus humanos no reaccionan en equilibrio frente a su muerte, ya sea con miedo, rechazo, apego o negación. Aquí es bueno recordar que amar a alguien no es lo mismo que depender o apegarse.
Muchas veces los animales deciden vivir largas y dolorosas enfermedades esperando que su humano madure y esté listo para dejarle ir. Puede ser que las personas mantengan al animal con vida obligándoles a pasar por muchos procedimientos médicos dolorosos, incluso frente a enfermedades incurables o con un cuerpo muy deteriorado porque el humano tiene mucho miedo a la muerte… o bien puede ocurrir justo lo opuesto: en vez de retenerles, deciden deshacerse del animal demasiado pronto, una eutanasia “urgente” porque en realidad el humano no puede tolerar su miedo a la decadencia, el dolor físico o a la muerte en sí (“No puedo verle sufrir”).
Para dejar ir a nuestros amigos animales hace falta distinguir la diferencia entre depender de alguien y amarle; así como reconocer nuestro propio miedo a la muerte. La agonía y muerte es el momento ideal de devolver lo que ellos nos dieron tanto en vida, amor incondicional: “porque te amo te dejo ir en libertad y confío en que seguirás tu camino aunque ya no pueda verte o sentirte”.
En gran medida nuestro miedo humano proviene de que no sabemos con certeza qué pasa cuando el alma sale del cuerpo. Esto nos hace desconfiados, nos hiere, todo parece muy injusto. Sin embargo, lo que los animales me han enseñado es que la muerte es parte de un largo proceso de la existencia en el que ocurre una transformación muy fuerte de un cuerpo físico a uno energético, aunque la conciencia sigue presente, recordando, conociendo, sintiendo. Es, en resumen, un cambio de perspectiva y una oportunidad para “hacer un corte de caja”, digerir lo vivido, integrarlo, sanar y seguir creciendo.
¿Qué pasa del otro lado del velo?
Cuando contacto animales una vez que ya han trascendido me encuentro con muchos escenarios distintos.
Algunos animales se han fundido con fuerzas y energías divinas, otros se encuentran en espacios de juego y nuevas aventuras disfrutando de un cuerpo astral maleable y divertido. Otros se encuentran en espacios de “reparación” e integración de las enseñanzas que vivieron en la Tierra; otros más pueden haber ya reencarnado en el cuerpo de otro animal, ya sea de su espacie o de otra distinta.
Y en el peor de los casos, me encuentro con animales que no han podido ascender por completo hacia planos luminosos de existencia, si no que están perdidos, desorientados en espacios grises u obscuros.
Esto último puede pasar por distintas razones. Una de ellas es cuando sus humanos no les dejan ir. Estos se sienten destrozados y les llaman mental o emocionalmente todo el tiempo, les piden consejo, perdón, compañía o que regresen. Los animales no se pueden ir así y sienten que han de permanecer “cerca”… están igualmente tristes.
En estos casos, cuando se ha hecho una sesión de comunicación telepática con el animal trascendido y el humano toma conciencia de la situación, puede cambiar su actitud y “soltar” a su amigo. Así el animal puede seguir su camino y ascender hacia planos más luminosos y vivir en paz su siguiente aventura.
En una de mis consultas, contacté a un perro -Lilo- quien había fallecido por un ahorcamiento accidental. Su humana, María, era afiliada a una organización de denuncia de maltrato a animales, y que este terrible accidente le hubiera ocurrido a su propio perro le parecía imperdonable, estaba llena de culpa. Con esta emoción mantenía a Lilo inmóvil en un plano más denso del que le correspondía.
Al contactarlo lo encontré ubicado en un plano opaco, continuamente mirando hacia abajo -hacia su humana María- y con dolor en su corazón. Me mostró que su partida le pareció violenta y súbita. Todavía no se explicaba bien a bien lo que había pasado y no era capaz de aceptarlo por completo (igual que María). En este primer contacto ni siquiera pude hablar con él pues estaba bloqueado, solo mostrando sus ganas de regresar. Lo sané y esperamos unos días para hacer una segunda consulta.
En la segunda consulta una parte de él estaba luminosa pero otra seguía todavía oscura y densa, conectada con la visión pesimista y dolida de María. Lilo me dijo en esta ocasión “María me atrae hacia ella con sus pensamientos y sus plegarias y ruegos… yo estoy bien y la amo muchísimo, pero me quiero ir…. Todos nuestros pensamientos llegan siempre a su destino-me explicó con imágenes y sensaciones- y los pensamientos tienen una carga magnética que en este caso me llega a mí. Cuando los pensamientos son emitidos desde una baja vibración pesan, y cuando son emitidos desde una perspectiva más alta entonces elevan… dile que el que yo quiera irme no es por falta de amor, es que al lugar a donde ahora voy, ella no puede alcanzarme porque su corazón no está listo para abrirse a tanta luz, amor y perfección, a perdonar y a aceptar mi accidente… un día estará lista…y volveremos a encontrarnos… “ (con estas palabras Lilo se despidió de María y ascendió definitivamente).
Un caso distinto ocurrió en el contacto de una perrita criolla, Lory. Me contactaron para ello dos hermanas, sus humanas, quienes la extrañaban enormemente. Lory había tenido cáncer en vida y se había marchado con una eutanasia. Ellas querían saber si de alguna manera el cáncer había sido responsabilidad de ellas. Al contactar a Lory la percibí en un espacio de mucha luz. Irradiaba amor dulzura y seguridad en sí misma. Se presentó ya sin su forma de perro, más bien como una ráfaga de luz que al comunicarse emitía un tono o música suave. Después de describirme el hermoso lugar en el que se encontraba hablamos sobre el cáncer.
- Lory, Las chicas me preguntan si los perros se enferman de cáncer por problemas emocionales… ¿es así?
- El cáncer es solo una forma de salida. Es la forma en que encontré para absorber y limpiar parte del ambiente que me rodeaba (pero sin culpas eeeehhh!!) y llevarme todo ello fue mi regalo para la familia. Es decir: la oscuridad –o falta de luz – se puede manifestar en el mundo físico de varias formas. Una (solo una) de ellas es el cáncer. Yo había cumplido mi misión, mi tiempo estaba terminado. No me costaba nada hacer esta última ayuda. Por otra parte, solo las últimas dos semanas fueron incómodas. Pero no sufrí demasiado. Me ayudaron a salir de mi cuerpo cuando el sufrimiento acababa solo de empezar, fue un muy buen momento para irme.
- Nos puedes decir Lori, si “¿es verdad que la enfermedad no puede subsistir en un cuerpo emocionalmente sano y feliz?”
- ¿Pero es que no ven que estamos todos interconectados? Que si hay alguien infeliz en la Tierra eso ha de ser sanado por todos? ¿creen que se puede ser completamente feliz en la Tierra para como están las cosas ahora? Quizás llegue un día en que así sea. Pero hay que ser realistas… hay mucho que limpiar “ahí abajo”, en la preciosa madre Tierra. Ahora la veo como una joya preciosa, y la amo más que nunca… pero también veo todo lo que queda por hacer con más claridad, y aunque no desfallezco al verlo, sé que es bastante.
¿Cómo es la muerte misma?
Vita, con leucemia viral felina, dos tumores y sida felino me había pedido que la esperase hasta una fecha específica para hacer la eutanasia, cerca de la luna llena. Ella tenía un carácter fuerte y definido, liderazgo, sabiduría y mucha determinación. Esta fecha de su partida ocurrió después de una semana de que había dejado de comer y 3 días después de que dejó de beber agua.
El proceso fue muy difícil para ambas, pero accedí a acompañarla hasta el final y hacer la eutanasia en el jardín de la casa, como ella había pedido. El último día fue extraordinario: me enseñó a verlo todo apreciando toda la belleza y lo extraordinario que es estar aquí. Lo vi todo de una manera sagrada, entre lágrimas y dolor en el corazón, con mucha gratitud…
Días después de su partida contacté con ella para que pudiera relatarme cómo había sido su muerte y cómo y dónde se encontraba.
- Mi proceso de muerte fue como una montaña rusa de la feria. En momentos es duro y en momentos es solo dejarse ir. Hasta que al final dejas de luchar. Hay una fuerza muy poderosa en acción durante la muerte. Todo ocurre por sí mismo. Yo percibí una gran escalera de luz: un faro y un portal que me arrastraban hacia arriba. Ya desde un par de días antes de salir de mi cuerpo sabía cómo iba a ser mi viaje, tenía imágenes muy rápidas de ello. En realidad no tuve miedo. Sentí confianza y el que tu me permitieras quedarme hasta el momento que te lo pedí facilitó mucho las cosas. Fue un tiempo necesario para hacer las maletas, para saber qué pasaría del otro lado del velo, para arreglar cosas pendientes. Todo estuvo bien. El Doctor que vino a casa a hacer la eutanasia fue amable y respetuoso. Me gustó irme en el jardín…. Adoro los insectos y las plantas de la Tierra, y para mi fue como un postre poder partir desde ahí.
- Y después de que saliste de tu cuerpo, ¿qué pasó?
- Me elevé… me pareció mucho tiempo o quizás estuve inconsciente, como adormilada en un abrazo de luz dorada rosada muy muy amorosa. Y luego, poco a poco empecé a despertar en este lugar, en el que estoy ahora. Se fueron presentando amigos y guías que habitan aquí, y ahora formamos una especie de grupo de trabajo. Me gusta lo que hago, es divertido, mi cuerpo energético es hermoso, mucho más flexible, y no siento ningún dolor o pesar.
- ¿Sufriste mucho esa semana sin comer o beber agua antes de la muerte?
- Creo que hubiera sido una partida muy confusa si la eutanasia hubiese sido antes, y creo que me hubiese ido quizás demasiado cansada, agotada, si hubiese sido después. Así que siento que fue perfecto.
- ¿Fue dolorosa la eutanasia?
- Se siente como intoxicación que pasa muy rápido, se te cierra la garganta y todo se pone oscuro. Estuve consciente en todo ese proceso, son cambios muy rápidos. Es aquí cuando uno debe de dejarse llevar y flotar. Los guías de luz te acompañan y te susurran al oído que así lo hagas, su energía comienza a abrazarte para que no sientas que caigas al vacío. El Ángel de la Muerte fue muy amoroso conmigo, lo sentí muy poderoso, sólido, gentil y luminoso. Su presencia fue una de las partes más hermosas de esa transición, y todavía lo recuerdo con agradecimiento. Su presencia es como un gran imán, y si uno puede fluir, entonces no hay miedo ni resistencia y puedes verle tal cual es. Su presencia es muy potente. (…)
Creo que la muerte podría ser muy difícil si uno lucha en contra, intentando quedarse. No dudo que haya quienes lo hagan así, especialmente entre los humanos. La gente tiene miedo a la muerte porque también tiene miedo a la vida. Es así de simple. Confiar es muy, muy importante cuando uno agoniza y trasciende. No hay nada más que uno pueda hacer mas que dejarse llevar, hay que abandonarse al proceso como si fuese un gran tobogán.
¿Puede uno resistirse a la caída de un gran tobogán? Puedes intentar detenerte con las uñas, gritar, enojarte, patalear, y entonces solo vivirás ese enojo y esa frustración. No entiendo porqué lo quieren hacer tan complicado, además es muy rápido y luego llegas a este lugar tan bonito. ¿Qué habría que temer? Cuando sienten miedo los humanos es que están llenos de cajones secretos con sorpresas. De este lado del velo ya no se pueden ocultar las sorpresas, así que yo diría que se tienen miedo a sí mismos. Pero yo siempre fui honesta, clara, hice en la tierra lo que me tocaba hacer. Amé al 100% y fui muy buena cazadora, así que no hay nada que lamentar por mi parte.
- (Y finaliza su reflexión)… Ahora bien… la vida toda es también un tobogán. Pasan cosas todo el tiempo y de la misma forma que hay que sentir una profunda confianza en la agonía y muerte, también hay que hacerlo en la vida. Solo fluir, seguir y disfrutar todo lo que llegue… pero los humanos son malísimos haciendo eso y por ello siento mucha compasión por ustedes. Pueden volver todo taaan complicado… …en la muerte hay un descanso de toda esa resistencia, al final, nada puede detener el morir, y tarde o temprano tendrán que dejarse fluir.
Si se ha optado por una eutanasia, recomiendo generar un espacio y un tiempo especiales dentro de nosotros: PAZ, equilibrio, aceptación y amor. Al rezar, se recomienda acompañar al espíritu del animal en su recorrido ascendente durante al menos 2 horas después de que se ha detenido el corazón.
Ya que la conciencia del animal ha de salir de todos los aspectos físicos, emocionales, mentales y energéticos del cuerpo en esta dimensión, también es recomendable dejar el cuerpo en reposo al menos 6 horas (o toda la noche) después de que ha parado el corazón, así permitimos que esa retirada de la conciencia se haga sin ser disturbada.
Oh Ala esto tenga sentido.
Mecha 2017
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