jueves, 23 de junio de 2016

No habrá una nueva arca de Noé.

 El papa Francisco advierte que “el desafío urgente de proteger nuestra casa común, incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral” 
La tierra es una “casa común” y la problemática ambiental la resolveremos en la medida que el carácter asociativo de la humanidad sea entendido como la única vía para solucionarlo. El cuerpo humano es un micro cosmos compuesto de todos los elementos que se encuentran presentes en la tierra, de manera que, estamos conectados desde lo más profundo de nuestro ser con todo lo que existe en ella.

Se hace urgente el diálogo entre los diversos científicos que, en las diferentes áreas del conocimiento, deben buscar las vías más idóneas para regenerar nuestro ecosistema. Impera la necesidad de discutir sobre las raíces más profundas del problema ecológico y desde allí, actuar para mejorar. 

Es apremiante hablar de conciencia ecológica, hablar de ecología integral, y que lo político, lo científico y lo económico giren en torno a la protección del ambiente.


El problema ecológico y el incremento de la pobreza mundial

Una de las posturas del papa Francisco en la encíclica Laudato Si’, como recurso indispensable para la protección del medio ambiente, es erradicar la pobreza y hacer frente al desafío del cambio climático. La pobreza humana, paradójicamente, es resultado de la cultura depredadora hacia los recursos de la naturaleza, de los cuales se termina favoreciendo, un grupo muy reducido de personas. Si la casa es común, entonces, los recursos naturales deben ser usados de forma sostenible y equitativa, con la finalidad de satisfacer las necesidades de todos los seres que conforman la biodiversidad de la casa.

Otra clave será, educar y moldear hábitos favorables a lo sostenible, sustituir el relativismo práctico, la cultura del desecho, del descarte, por la consciencia del reciclaje. La tecnología, la creatividad, tienen como meta, a partir de la investigación científica y responsable, el buscar las vías necesarias con el objetivo de apaciguar el cambio climático y caos ecológico. Cuando sucumbe el medio donde habitamos, o la casa común -como lo llama el papa Francisco-, entonces está sucumbiendo la raza humana. La falta de ética ecológica desemboca en el trato criminal a los suelos, cuando cometemos un crimen a la naturaleza, estamos cometiendo un crimen contra nosotros mismos.

Es urgentísimo diseminar, por todos los rincones de la tierra, una nueva concepción del mundo, que garantice las nuevas formas de relacionarnos con el otro y con lo otro. Promover la espiritualidad ecológica es una idea fundamental. Ser uno con la naturaleza será el objetivo a lograr en la formación de las futuras generaciones. Todos y cada uno debemos ser agentes de cambio y transformadores de los entornos donde nos desenvolvemos. La responsabilidad ambiental debe ser asumida desde lo colectivo. Cada acción genera una reacción. En la medida en que moderamos y educandos la conciencia ambiental, estamos contribuyendo a mejorar el ambiente donde existimos y coexistimos.

Teoría y práctica. No limitarse al discurso ambientalista sin acciones concretas. Descubrir el verdadero sentido de la vida será el mayor de los retos para poder enfrentar el tema ecológico. El sentido del bien común es clave.




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