miércoles, 17 de octubre de 2018

Tratar de entender a los demas




Se han fijado que fácil interpretamos como actúan los demás? Qué fácil es juzgar a los demás, ¿verdad? 


“Es un vago. Por no subir las escaleras, es capaz de quedarse sin desayunar”; “¡Qué vecina más antipática, ni saluda cuando la cruzo por la escalera”; “Es un chico malcriado. Pudiendo estudiar, se dedica a desaprovechar el tiempo”.


Hasta que un buen día nos da un lumbago y no podemos subir las escaleras, nos enteramos de que la vecina antipática ha puesto una denuncia por malos tratos a su marido 


Ese día comprendemos a la vecina.


Sería interesante que pudiésemos comprender a los demás, o por lo menos, suponer que tienen unas motivaciones que desconocemos y darles un margen de confianza, ¿verdad?


El problema es que a veces no salta a la vista el por qué hacen lo que hacen…


En fin, que esto viene por un cuento de Khalil Gibran 


Una mata de hierba le dijo a una hoja que cayó en otoño: “Has hecho tanto ruido al caer que has ahuyentado mis sueños invernales”.


La hoja le replicó enfadada: “Eres un ser miserable y de humilde cuna. Eres repulsiva y sin canto: no moras en las altas esferas, ni nunca has conocido la canción”.


Después la hoja se durmió, y cuando llegó la primavera, se convirtió en una mata de hierba.


Y luego volvió el otoño, y ella dormía el sueño del invierno. Las hojas otoñales, moviéndose en el viento, comenzaron a caer sobre ella. Y la mata de hierba susurró: “¡Estas malhadadas hojas otoñales hacen tanto ruido que ahuyentan mis dulces sueños invernales!” (El loco, Khalil Gibran).


Es tan sencillo como intentar ponerse en el lugar del otro antes de juzgar.

En todas las tradiciones, hablar mal de los demás es visto como un vicio del cual hay que cuidarse: no solo hace un daño terrible a los demás, sino a nosotros mismos, y hace que el mundo sea un peor lugar para vivir.

Un precepto budista dice: “No condenes a ningún hombre en su ausencia; y cuando te veas forzado a censurarlo, hazlo frente a su cara, pero suavemente y con palabras llenas de caridad y compasión. Ya que el corazón humano es como la planta Kusûli, que abre su cáliz al suave rocío de la mañana y lo cierra ante un fuerte aguacero”.


Quizás, si todos nos esforzamos en practicar el silencio prudente cuando se trate de criticar a los demás, el mundo empiece a ser un mejor lugar para vivir.



10 razones para no juzgar a los demás


1. Piensa antes de actuar

Muchas veces nos dejamos llevar por lo que nos dicen las apariencias externas y otras veces nos dejamos llevar por corazonadas.

Es importante que nos paremos unos segundos y analicemos bien la situación. Si vamos a juzgar a alguien, que sea con todas las pruebas sobre la mesa.

2. Practica el Mindfulness

El Mindfulness es una terapia de tercera generación que se basa en técnicas nacidas del budismo. Pero el Mindfulness, lejos de ser una técnica, es una filosofía que tiene como premisa: “no juzgar a los demás ni a uno mismo”.

Está demostrado que adoptar una actitud de compasión y de “no juzgar, afecta de manera positiva al bienestar de la persona que practica esta filosofía.

3. Nadie es perfecto

Intenta ser más tolerante con los demás. Puede que no apruebes algo de que alguien ha hecho, pero a no ser que sea algo horrible, vive y deja vivir. Todo el mundo se equivoca, no es bueno juzgar a los demás porque pienses que tú lo harías de otra manera.


4. Recuerda que no todos somos iguales

Siguiendo con el punto anterior, no todo el mundo es igual. Cada persona es diferente y merece respeto. La cultura, la familia, los amigos, la educación que recibimos, todos tenemos una historia diferente que contar.

Solo porque a ti no te guste algo no significa que esté mal. Somos iguales en la diferencia, debemos respetarnos e intentar ayudarnos.


5. Mírate a ti mismo

Si en vez de pasar más tiempo juzgando y criticando a los demás, pasas más tiempo observándote a ti mismo te darás cuenta de que tú tampoco eres perfecto.

Si entiendes que todos nos equivocamos, es posible que seas más tolerante con los demás.


6. Siéntete bien contigo mismo

Cuando somos capaces de entendernos mejor y aceptar tanto nuestras virtudes como nuestros defectos, no solamente desarrollamos una mayor compasión hacia nosotros mismos sino también en general hacia los demás.

Las personas que son felices no necesitan atacar a las demás.


7. Ábrete

Ser una persona con una mente abierta y tolerante dice mucho de ti. Mostrar una actitud positiva hacia los demás facilita mucho la comunicación. Además, seguro que conocerás personas interesantes si eres tolerante y tienes amplitud de miras. 


8. Piensa que las apariencias engañan

Pensar mal u opinar sobre alguien, tanto para bien como para mal, sin saber absolutamente nada de él, sin conocerle, sin darle una sola oportunidad, está mal. Hay que tomarse un tiempo para conocer bien a las personas antes de emitir juicios sobre ellas.


9. Recuerda que juzgar puede hacer daño

A nadie le gusta que le juzguen de manera incorrecta. Si no te gusta que te lo hagan a ti, no se lo hagas a los demás.

Es la regla de oro y todos deberíamos respetarla. Piensa en momentos en que alguien te haya podido herir por haberte prejuzgado. ¿Vas a hacer tú lo mismo con otras personas?


10. No siempre tienes la razón

Al juzgar a los demás, aunque creas que posees la verdad absoluta, eso no es cierto. 

Las cosas suceden por muchas causas y muchas veces no sabes ni la mitad de la historia.

Por ejemplo, puede ser que conozcas a una chica atractiva y que tenga una actitud fría hacia ti. Es posible que haya tenido una experiencia en el pasado que le hace ser más precavida a la hora de conocer chicos.

Si la juzgas como una persona desconsiderada, es posible que te estés equivocando.


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