En todas las épocas parece que reencarna algún personaje, acontecimiento que conlleva al fanatismo, vestidos de distintos ropajes, hablando distinto, pero siempre con acciones devastadora, es el caso de los fanáticos.
Se podría casi que decir que una especie de enfermedad mental colectiva, que arrastra en torbellinos fatales a grupos humanos y les conduce a las más vergonzosas y criminales acciones.
Las páginas más tristes de la Historia son las que recogen los hechos marcados por los fanatismos, en todos los tiempos, en todos los pueblos, pues ninguno se libra de haber padecido esta desgracia en algún momento, como si fuera una nube cargada de negros presagios que va recorriendo los lugares y los tiempos, descargando aquí y allá su tormenta envenenada.
Las obras de los fanáticos son siempre destructoras, apenas si proporcionan felicidad o serenidad, sino todo lo contrario, lo suyo es la coacción, la fuerza, la amenaza, el miedo, la vejación, la muerte.
Los seguidores de esa corriente nefasta pueden reclutarse en ámbitos también variables: pueden encontrarse en grupos políticos, religiosos, pero también aparecen en otros ámbitos, como los profesionales o los académicos. No toleran a nadie que se atreva a pensar de manera diferente, o que tenga otra visión del mundo, otras creencias, otra manera de ver la vida, pues se creen en posesión de la verdad más absoluta y los demás son unos equivocados que no merecen más que la destrucción y el aniquilamiento.
Tal es el caso que veo hoy día mas que todo aquí en mi país, tanto en lo político como en lo religioso, un poco menos en lo deportivo.
Aqui dejo un escrito muy interesante que encontré por esta autopista de la red:
Todos hemos visto de cerca, o bien en la televisión, grupos de fans enloquecidos por sus ídolos. Cantantes, actores, deportistas…cualquiera que destaque por una u otra causa en los medios de comunicación, puede convertirse en el objeto de deseo de millones de personas. Y decimos bien con “cualquiera que destaque” no ignoramos que, incluso asesinos crueles, reciben cientos de cartas de admiradores cada día, encandilados por su presencia en los medios. Es cierto, que en mayor o menor medida, cada uno de nosotros hemos podido sentir una gran admiración por alguien en concreto, seguir su trayectoria e informarnos sobres sus actividades. Hasta ahí nada se sale de lo normal. Los problemas aparecen cuando dicho personaje famoso se convierte en una obsesión, y la vida de una persona gira en torno a él, además de fantasear o fabular sobre la relación que puedan llegar a tener ambos. Estaríamos hablando entonces de un individuo fanático.
¿De dónde nace el término “fan”?
Es una abreviación de la palabra inglesa fanatic, en español, la traducción sería aficionado. La palabra fan en sí, no tiene porqué poseer connotaciones negativas. Simplemente se refiere a alguien entusiasta de alguna actividad o persona, que disfruta con ello de una manera saludable. Es necesario e importante tener aficiones que ayuden a relajarnos y disfrutar aún más de nuestro día a día, nos saquen de la rutina y despejen la mente. Es un sano beneficio, que se puede convertir en todo lo contrario, si lo utilizamos para tapar nuestras carencias y nuestra vida gira a su alrededor. No es lo mismo salir a jugar un partido de fútbol ,cada sábado con los amigos, para distraerse, que estar toda la semana obsesionado y preparándose para dicho encuentro, dando de lado nuestras obligaciones y obviando el resto de las relaciones sociales que marcan nuestra vida.
¿Cuáles son las características de un fanático?
Según el psicólogo y sociólogo Erich Fromm, el fanatismo es una especie de intento de huir de la soledad. Suelen ser personas con baja autoestima, inseguras y de frágiles lazos afectivos con los demás, que buscan lo que les falta, amando o creyendo ciegamente en algo o en alguien.
El fanático suele tener estas características:
Cree poseer la verdad, y por lo tanto, no admiten que sea cuestionada por nadie.
No tiene la mente abierta hacia otras creencias u opiniones. Su mente se cierra, en un mundo de ideas contaminadas, que solo sirven para hacer crecer su ciego apasionamiento. Desprecian lo diferente.
No razona, lo que piensa se convierte en dogma de fe.
Intenta imponer sus ideas a los demás, en ocasiones incluso violentamente, quiere que cuantos le rodean piensen igual que él o ella.
No es raro que formen grupos para atraer a personas fanáticas que apoyen sus ideas.
Se alteran con facilidad, son irracionales y obsesivos.
¿Qué tipos de fanatismo nos podemos encontrar?
El fanatismo religioso, lamentablemente muy de actualidad. Desean imponer, a cualquier precio, su religión y creencias. Existe en todas las religiones, oficiales y no oficiales. De ahí las sectas.
Fanatismo hacia una persona en particular, bien un artista o deportista. Admiran e incluso copian su manera de ser, pensar, vivir y pueden llegar a convertirse en verdaderos clones de su ídolo. En muchos casos, se convierte en el centro de sus vidas, lo que da sentido. Llegando a ser incluso más importantes que su propia familia.
Fanatismo deportivo, el equipo favorito del fanático se convierte en una obsesión, conllevando en ciertos casos, actos violentos de funestas consecuencias.
Fanatismo político, adhesión máxima a un partido o personaje político .Creen que la verdad reside en sus ideales y palabras, ellos son los buenos y el resto los malos. Pensamiento único al poder.
Estos serían los más comunes, pero podemos encontrar fanáticos en muchos ámbitos de la vida, por ejemplo hay vegetarianos que están obsesionados con la alimentación. Creen que la única manera de mantener sano el organismo es a base de frutas y verduras, además de considerar poco más que asesinos a aquellos que deciden seguir siendo omnívoros, ya que detestan la idea de que muera un animal.
Sin embargo, merece la pena detenerse en el fanatismo hacia una persona en particular. Algo que parece tan inofensivo como la afición por un cantante o actor, puede esconder una conducta patológica. Algunos psicólogos incluso le han puesto nombre a esta adoración por las celebridades, celebrity worship. Estaríamos hablando de una relación parasocial, es decir, el fanático crea un lazo ficticio con su ídolo, aunque él piense que es verdadero y el sentimiento de amistad o amor es mutuo.
El fan suele saberlo todo del famoso, mientras que este lo ignora todo de su admirador. Puede ser que fan y famoso se conozcan, incluso haberse visto en muchas ocasiones, sin implicar para la persona conocida nada más allá de una relación cortés y sin importancia. El fanático se vuelca en la celebrity, llegando a sentir en carne propia las vivencias de la misma, es su modelo a imitar.
En la mayoría de las ocasiones, la persona fanática termina sintiéndose ansioso y deprimido al comprobar que la realidad no es tal como la había supuesto. El artista no se comporta como espera y comienza un conflicto en su cabeza. Puede ocurrir también, en los casos más graves, que la persona fanática tenga el delirio de creer que realmente está viviendo una relación apasionada con el famoso y que, todo cuanto este haga o diga, está dirigido a él o ella. Estaríamos hablando de un caso de erotomanía. Sin duda, para que esto suceda, debe haber una patología de base que se activa cuando el afectado se obsesiona con algo o alguien.
¿Qué es la erotomanía?
Es un trastorno delirante, según el cual, el afectado cree que una persona, normalmente de un estatus social superior o inalcanzable, está enamorado de él o ella. El erotomaniaco tiene el convencimiento absoluto de que es amado, y además piensa que cualquier cosa que haga o diga la otra persona es un mensaje de amor para él. Por más pruebas que tenga de su equivocación, no dejará de pensar que está en lo cierto. El único camino para salir de su error será ponerse en manos de especialistas que le ayuden a diferenciar la fantasía de la realidad.
“La fe es de oro, el entusiasmo de plata, el fanatismo de plomo”. (Hugo Ojetti)
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